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Don Carter, un galgo en los senderos, que dejó el beisbol para convertirse en Monje

Don Carter, un galgo en los senderos, que dejó el beisbol para convertirse en Monje
  • Publishedjunio 26, 2025

J.L. HERMIDA USCANGA

Recuerdo aquel día cuando sentado a su lado en la banca del dugout de primera base del parque Hermanos Serdán, concretamente en ese tiempo, la caseta de los Ángeles Negros de Puebla, Don Carter me dijo en su poco español “si no me llaman de Grandes Ligas después de esta campaña, me retiro como beisbolista y me meto a un monasterio como monje”.
El delgaducho pelotero con 26 años de edad en ese inolvidable 1986, había sido seleccionado en la ronda número 12 por los Expos de Montreal en el lejano 1981 cuando rondaba los 21 años de edad, pero en ese año que llegó a los Ángeles Negros ya sus derechos pertenecían a los Piratas de Pittsburgh, con quienes en ese entonces Puebla tenía muy buenas relaciones.
Carter venía de cinco campañas formidables en ligas menores, primero con la sucursal de los Expos en Calgary, Indios de Cleveland y finalmente con la de los Piratas.
Era un auténtico galgo en los senderos, y en ese lapso en ligas menores había registrado temporadas de 71 estafas en Clase “A” con San José en 1982, y de 72 en 1984 con los Bisontes de Búfalo, filial de los Indios de Cleveland.
En sí, traía en sus alforjas un total de 242 estafas en su paso de cinco temporadas por ligas menores.
Entonces, los Pérez Avellá sabían claramente lo que traían para ese 1986 como refuerzo. Un primer bate de contacto, que corría como un relámpago por los senderos.
Por eso se le bautizó como “El Relámpago de Kansas City”, ciudad donde nació el 11 de febrero de 1960.
Terminó bateando .355, con 188 imparables, 122 carreras anotadas y mostró su fortaleza al participar en los 132 partidos que tenía el calendario regular en esos tiempos.
Era tal la velocidad de Carter, que cualquier batazo dentro del cuadro lo convertía en infilhit, y después ya en la inicial era una auténtica pesadilla para los lanzadores rivales.
Ese año, con sus 95 estafas devoró la marca de 73 estafas que había implantando en 1983 con los Tigres capitalinos, el moreno estadounidense Matt Alexander.
Una sola temporada le bastó a Carter para superar la marca de robos para un jugador de una franquicia poblana que estaba en poder del cubano Pedro “Gamo” Pagés que entre 1942 y 1946 acumuló 92 estafas en 444 partidos, de acuerdo a los números registrados en la enciclopedia del beisbol mexicano editada por Pedro Treto Cisneros.
PARA PRESUMIR
A Carter pocos tuvieron el honor de ponerlo fuera en un intento de robo o en un pisa y corre desde tercera.
De los pocos que presumen haberlo hecho es el beisbolista amateur veracruzano Héctor “El Bofo” Domínguez, que entre 1972 y 1973 se tomó una tacita de café en la pelota profesional con los Cafeteros de Córdoba, pero una lesión lo obligó a alejarse del profesional para venir a radicar a San Martín Texmelucan donde el beisbol le abrió las puertas para trabajar en Petroleros Mexicanos.
Entonces, en ese 1986 en plena pretemporada se pactó un duelo de preparación entre el Poder Judicial Federal, campeón del beisbol sabatino, contra los Ángeles Negros.
El Poder Judicial estaba integrado por excelentes jugadores que habían actuado en la pelota mexicana, entre ellos los Gutiérrez Delfín, que estaban en su momento, y un grupo de destacados peloteros poblanos.
No recuerdo la entrada, pero con Carter corriendo en tercera y un out, vino un elevado a la pradera central donde Héctor Domínguez tomó a medio camino.
Carter se pegó a la almohadilla para hacer el pisa y huye, mientras Domínguez preparó su látigo derecho para mandar un riflazo de aire a la mascota del receptor y así poner fuera en el plato al “Relámpago de Kansas City”.
Era el preludio de lo que vería la afición poblana con su nuevo primer bate, y era también una muestra de porqué en esos tiempos el brazo de Héctor Domínguez era considerado el más respetable que existía en la pelota poblana.
Héctor nació en Alvarado, Veracruz, donde regresó a vivir después de pensionarse.
HUELLA IMBORRABLE
La marca de Carter se mantuvo hasta 1989 cuando apareció otro fenómeno, el espectacular Mike Cole, quien desbarató el récord con sus 100 hurtos defendiendo los colores de los entonces Ganaderos de Tabasco.
La campaña de Carter fue una de las más espectaculares en la historia de la franquicia poblana y también un capítulo inolvidable en los 100 años de historia de la Liga Mexicana de Verano.
Quizá su brazo y su habilidad con el bate no eran suficientes para jugar en Grandes Ligas, pero él consideraba que con la velocidad de sus piernas y su inteligencia para colocarse en los senderos eran más que suficientes para recibir una oportunidad, que nunca llegó.
Y lo dicho. Carter cumplió su palabra. Nunca recibió ese llamado de los Piratas y se retiró del beisbol para seguir su vocación, ya que no se volvió a saber de él, pero en Puebla se le recuerda con enorme admiración y se le recordará por siempre, como el Relámpago que iluminó los diamantes mexicanos y desapareció al año siguiente.

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