León XIV confirma la opción por los pobres

En 1971, el teólogo peruano Gustavo Gutiérrez publicó su obra “Teología de la Liberación. Perspectivas”, que fue el punto de partida para un nuevo modo de ser iglesia en América Latina con una opción preferencial por los pobres, la defensa de sus derechos, el apoyo a su superación y el rechazo a cualquier tipo de opresión; todo esto sustentado en la doctrina del cristianismo desde sus orígenes.

La reacción dentro y fuera de la iglesia fue inmediata. Desde Europa y desde el Vaticano se consideró sospechosa esa teología que destacaba la misión a favor de una sociedad más justa y llamaba a la jerarquía a mirar y defender a los pobres. Desde el país dominador e impulsor de las dictaduras militares en la América Latina de esos años, ese movimiento teológico se vio como una infiltración comunista en la iglesia.

A la llegada de Karol Wojtyla al papado, con el nombre de Juan Pablo II, se marginó a estos teólogos y a los obispos, religiosos y clérigos que se comprometieron con esta teología; a pesar de que en las asambleas de los obispos latinoamericanos en Medellín, Colombia (1968), y en Puebla (1979) se confirmó el compromiso de una opción preferencial por los pobres. Lo mismo pasó con Benedicto XVI.

A la llegada de Francisco, un nuevo aire se respiró en la Iglesia Católica. El papa argentino volvió la vista a quienes padecen de algún tipo de pobreza y marginación. Fue corto su pontificado, pero marcó el inicio de un cambio dentro de la vida de la iglesia.

El 4 de octubre pasado, fiesta de Francisco de Asís -el santo que optó por vivir pobre y para los pobres-, el papa León XIV publicó su exhortación apostólica Dilexi te (Te he amado) en donde presenta la opción por los pobres no sólo como el postulado central de una corriente teológica, sino como la esencia del ser y el quehacer cristiano; exactamente lo que hace 60 años afirmaron Gustavo Gutiérrez y los demás teólogos de la liberación.

En 121 numerales, León XIV sustenta su exhortación a asumir como esencial al cristianismo la opción por los pobres, acudiendo lo mismo a textos bíblicos, que a la historia de los primeros cristianos, a las enseñanzas de los primero obispos y a los testimonios de muchos cristianos cuya santidad se cimentó en ese compromiso con los pobres y una vida pobre.

Recordó la práctica de los primeros cristianos de atención especial a los más pobres, a los huérfanos, a las viudas; la preocupación de quienes poseían más bienes por ayudar a los necesitados.

Citó escritos de los primeros obispos que denunciaron el enriquecimiento a costa de los pobres y recordó que tanto en los monjes de la temprana edad media como en las órdenes religiosas mendicantes (franciscanos, dominicos, agustinos, mercedarios) la pobreza no sólo era un estilo de vida, sino la praxis de una acción a favor de los pobres, de los enfermos, de los despreciados por la sociedad, de los presos.

A lo largo de su escrito, el papa peruano-estadounidense marca el argumento central de esa opción por los pobres: Jesús nació, vivió y murió en la pobreza; al mismo tiempo, se identificó con los pobres y sentenció que lo que se le haga al pobre se le hace a Él.

“Aquel Jesús que dice: «A los pobres los tendrán siempre con ustedes» (Mt 26,11) expresa el mismo concepto que cuando promete a los discípulos: «Yo estaré siempre con ustedes» (Mt 28,20)”, señala León XIV en el número 5 de su exhortación apostólica.

Esta opción que plantea el papa no sólo se refiere a la pobreza económica, sino también a quienes son marginados por la sociedad, son silenciados, aquéllos cuya dignidad y capacidades son menospreciadas, a favor de los marginados culturalmente, los explotados laboralmente, los que se encuentran en una condición de debilidad o fragilidad personal o social, “la pobreza del que no tiene derechos, ni espacio, ni libertad”.

Al mismo tiempo, León XIV denuncia la acumulación de la riqueza:

“…en un mundo donde los pobres son cada vez más numerosos, paradójicamente, también vemos crecer algunas élites de ricos, que viven en una burbuja muy confortable y lujosa, casi en otro mundo respecto a la gente común. Eso significa que todavía persiste —a veces bien enmascarada— una cultura que descarta a los demás sin advertirlo siquiera y tolera con indiferencia que millones de personas mueran de hambre o sobrevivan en condiciones indignas del ser humano.”

¿Se escuchará esta voz?

León XIV no es una voz aislada. Desde 1965, el Concilio Vaticano II hizo un llamado a una iglesia a favor de los pobres. En América Latina, los obispos optaron por un compromiso por la justicia a favor de los hombres y oprimidos en las reuniones latinoamericanas de Medellín (1968) y Puebla (1979). Muchos obispos, sacerdotes, religiosas y laicos la tomaron en serio y fueron tachados de comunistas por la ultraderecha católica. Hoy, el papa confirma esa opción como inherente a la esencia del cristianismo.

A contraparte, una curia vaticana vio con sospecha a quienes asumieron este compromiso y la mayor parte de la jerarquía eclesiástica se alineó con esa visión. Muchos clérigos sostuvieron que esa opción discriminaba a los ricos y ellos mismos se hicieron ricos.

Algunos obispos que participaron en la Conferencia de Medellín en 1968, consideraron que las resoluciones de esa reunión sólo eran aplicables para Sudamérica, pero no para México.

En 1968-69, en la ciudad de Puebla, con motivo de la Tercera Conferencia de los obispos de América Latina y en el contexto de la visita del papa Juan Pablo II, las organizaciones del Yunque y los alumnos de la universidad fundada por esa organización (UPAEP), salieron a las calles para pedir la condena a la Teología de la Liberación y la expulsión de los obispos y teólogos “comunistas”.

Hoy la derecha mexicana está integrada por quienes en su juventud repudiaron la opción por los pobres o por los hijos de ellos. Y todos se confiesan católicos. Para ellos, las palabras de León XIV no tienen valor y seguirán yendo a misa y explotando a los obreros y a sus sirvientas, despreciarán a los pobres y justificarán su riqueza.

Pero lo más grave: muchos obispos reinterpretarán las palabras del papa y otros más seguirán viviendo en la opulencia.

¿La exhortación Dilexi significará algo para el cardenal Norberto Rivera y sus departamentos millonarios en una zona exclusiva de la Ciudad de México?

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