La derecha no ha muerto

A partir de 1998, con el arribo de Hugo Chávez al poder en Venezuela, inició el ascenso de las izquierdas en el continente americano. En las dos primeras décadas del siglo XXI varios países de América giraron hacia la izquierda o al centro izquierda.
Esto preocupó a la derecha, tanto en América como en Europa. En España, el partido VOX, una extensión del Yunque mexicano, llamó a la comunidad latinoamericana a enfrentar lo que llamó el peligro del comunismo; varios senadores panistas firmaron la Carta de Madrid, con la que VOX llamaba a combatir el comunismo en lo que llamó Iberoamérica.
A partir de 2018, México está gobernado por el centro izquierda, con un proyecto que el fundador del Movimiento de Regeneración Nacional (Morena), Andrés Manuel López Obrador ha llamado Cuarta Transformación (4T); un proyecto que la derecha y sobre todo, la ultraderecha han calificado de una camino hacia el comunismo.
Después del Primer Informe de la presidenta Claudia Sheinbaum Pardo, la 4T va camino a su consolidación; sin embargo, no se pueden echar las campanas a vuelo, porque en los últimos dos años, el ascenso de la izquierdas en América Latina se ha detenido. Países como Bolivia y Argentina han dado un giro a la derecha. A ellos se unen Perú, Ecuador, El Salvador. Y habrá que esperar hacia dónde avanzan los países que en este y el próximo año tendrán elecciones: Chile, Honduras y Colombia.
¿Por qué regresa la derecha?
¿Qué está pasando en Sudamérica que está regresando al poder la derecha? ¿Qué podría pasar en México? Son preguntas que es necesario responder, cuando países como Argentina o Bolivia pasan repentinamente de gobiernos de izquierda a gobierno de extrema derecha. ¿Tiene la derecha la fuerza y la presencia en el electorado que le permita derrocar a gobiernos progresistas para retornar al sistema conservador, al neoliberalismo y al autoritarismo?
Estadísticamente, la derecha tiene de 25 a 30 por ciento de simpatizantes, insuficiente para tomar el poder por ellos mismos. Lo vimos en las elecciones pasadas en México, donde la candidata de la derecha, Xóchitl Gálvez Ruiz obtuvo el 27.4% de los votos, y el resto del voto opositor fue para el candidato de Movimiento Ciudadano Jorge Álvarez Máynez con el 10.32%. Lo mismo sucede en los demás países no sólo de América, sino del mundo.
Entonces, ¿cómo es que la derecha ha logrado llegar o regresar al poder en otros países del continente?
Los analistas de este fenómeno coinciden en una sola razón: el descontento social generado por crisis económica y/o los errores de la izquierda.
En Argentina, Javier Milei le debe su triunfo a los errores cometidos por los esposos Kirchner, Néstor y Cristina; en Bolivia, el triunfo de la derecha se logró por la división existente en la alianza gobernante, provocada por las diferencias entre el expresidente Evo Morales y el presidente Luis Arce, quien entregará el poder a la derecha y la crisis económica que vive el país que era calificado como el milagro económico.
La derecha ha sido, desde siempre, elitista, conservadora, racista y ha utilizado la religión como un escudo; la población lo sabe y actúa en consecuencia. Así pues, por sí misma no tiene capacidad para llegar al poder, pero sabe aprovechar los errores y las crisis de la izquierda.
Una alerta para Morena
No sin errores, el sexenio de Andrés Manuel López Obrador cambió el rumbo del país; separó el poder político del poder económico que desde Carlos Salinas era el verdadero gobernante en México; aplicó una nueva política económica que permitió elevar el salario, frenar la inflación, tener recursos para la obra pública y darle un nuevo rumbo a la política social.
El sexenio de la doctora Claudia Sheinbaum Pardo continúa la 4T con nuevos programas que fortalecen la economía, el desarrollo de la ciencia, los derechos de la mujer y la soberanía nacional.
Sin duda el país avanza a través de la transformación operada desde el centro izquierda; hay un nuevo partido que tiene el poder; pero es precisamente esto lo que ha llevado a políticos del pasado neoliberal a afiliarse a Morena y ahí está el problema.
Políticos de un pasado de dudoso prestigio o familias que han conformado una dinastía en el poder, hoy caminan a la sombra del Movimiento de Regeneración Nacional. El caso más notorio es el de la familia Monreal, verdaderos caciques de Zacatecas; hermanos, hijos, cónyuges y parientes políticos han desfilado por alcaldías, diputaciones locales y federales y van dos gobernadores y un tercero que está dispuesto a suceder a su hermano.
A esto se unen los políticos que han dado la espalda al principio de austeridad para hacer alarde de su riqueza o presumir residencias de dudosa procedencia; políticos, como el primogénito de López Obrador, Andy López, que se agotó del trabajo de once meses al frente de la Secretaría de Organización de Morena y de fue de vacaciones a Japón.
Aún existen políticos cobijados en Morena que vienen de partidos donde la corrupción y la impunidad son parte de su quehacer cotidiano, políticos cuyo compromiso no es con la 4T, sino con sus intereses personales.
La derecha está alerta, lista a aprovechar cualquier error de Morena, cualquier acto de corrupción, cualquier situación que le permita fortalecer la campaña que ha mantenido en contra de quienes hoy gobiernan el país, con una sola intención: desprestigiar a la 4T, sembrar desconfianza en el electorado y obtener los votos suficientes para que en 2027 pueda romper la mayoría en el Poder Legislativo y buscar una mejor posición política en 2030.
No es momento de dormirse en los laureles del triunfo; es momento de estar alerta; la derecha en México no ha muerto, está débil, enferma, pero tiene el apoyo de las organizaciones de derecha de América y el mundo, cuyo líder, hoy, es el mandatario de los Estados Unidos.