La mística poblana

Ver peleando a los Pericos de Puebla en la parte alta del standing de la zona Sur y encada uno de los diferentes departamentos tanto individuales como colectivos, no es obra de la casualidad.
Sí, podría ser una sorpresa porque es un equipo completamente renovado, que comenzó a carburar desde la tercera serie de la temporada, pero en realidad si nos ponemos a ver desde que regreso el beisbol a Puebla, en esta larga etapa, en el año 2000, ha sido la mística de la novena verde.
Los primeros tres años fueron complicados. Sólo penurias y penurias, porque se le tuvo que dar tiempo a los novatos, que emergieron a partir del 2001, para que terminaran de cuajar.
Todo cambia a partir del 2003 cuando arribaron jugadores como Julián Yan, Darrell Sherman y Carlos Villalobos, Rich Kelly, entre muchos otros, que transforman a los Pericos en un equipo protagonista, al grado de tener a Diablos al borde de la eliminación en el mismo primer playoff al que avanzaron bajo el mando del “Che” Reyes.
El 2004 fue fantástico se llegó hasta la final del Norte, que se perdió con Saltillo, que desde allí comenzó una paternidad que se ha mantenido hasta nuestros días en la Liga Mexicana.
Así como Pericos se despacha de todas, todas en las finales del Sur y en playoffs a Yucatán -excepto en 2022-, los Saraperos han aniquilado a los verdes una y otra vez, incluyendo esa final del 2010 donde los poblanos llegaban como claros favoritos y por una serie de desaciertos en los dos primeros juegos en casa, entregaron prácticamente la final.
Trasladándonos a las estadísticas del pasado, porque los números son los que hablan, los verdes siempre han presumido de una ofensiva de mucho respeto, peleando siempre en la parte alta, y con diferentes coaches de bateo.
Por ahí pasaron Alejandro Ortiz -en dos etapas diferentes-, Gerardo Sánchez, que ha sido también manager y coach del equipo, Bernardo Calvo, “Canelo” Canizalez, Luis Mauricio Suárez y ahora el panameño Ricardo Medina.
Por ejemplo, entre 2005 y 2007 el equipo rondó los .310 de porcentaje de bateo, precisamente en ese 2007 terminó segundo detrás de daño, en un año aderezado por la fenomenal campaña del boricua Donny León, quien se consagró monarca de jonrones (31) y productor (104).
En ese andar ofensivo se encuentran las campañas de 2013 y 2014 cuando los Pericos terminaron en el primer lugar de bateo con .320 y .322 con Alfonso “Houston” Jiménez al frente durante campaña y media, porque en la segunda parte del 2014 fue relevado por el cubano Joe Álvarez, quien metió al equipo hasta la final.
Precisamente en esas dos temporadas, los Pericos tuvieron en sus filas al campeón de bateo del circuito: en 2013, Luis Mauricio Suárez con .413 y en 2014 a Sandy Madera con .403.
En el 2010 cuando Willis Otáñez se levantó con el título bateador con .393 y los verdes se consagraron como el número uno en ganados y perdidos de todo el circuito, el equipo terminó segundo en bateo colectivo con .320, dos milésimas debajo de los Diablos.
En 2015, cayó al tercer lugar con .300, y en 2016 cuando César Tapia se consagró como el primer cátcher mexicano en ganar un título de bateo con .383 y los Pericos se levantaron con el banderín de la liga, volvió a terminar en tercer lugar con .299.
En esta nueva administración de los Pericos, en 2019 la ofensiva fue séptima con .302 y en 2021 finalizaron terceros con .306.
En las últimas tres campañas cayeron debajo de los .300, y precisamente en la campaña que lograron su porcentaje más bajo de manera colectiva desde 2003 a la fecha, terminaron convirtiéndose en monarcas del circuito.
Sí, porque en ese 2023 totalizaron un bajo .275, pero en la postemporada se transformaron y apoyados por un gran pitcheo terminaron dando el gran campanazo.
En el 2024 el bateo colectivo registró .278 cayendo hasta el décimo segundo lugar general entre los 20 equipos que conforman el circuito.
Entonces, la tarea de la directiva, además de la preocupación principal llamada pitcheo, fue traer a jugadores de contacto con mejor registro ofensivo para encontrar la combinación perfecta entre bateo, pitcheo y defensiva, que es precisamente lo que termina llevándote al éxito.
Actualmente, con 21 juegos ya devorados, los Pericos regresan a pelear la parte alta en el bateo colectivo con .334, solo debajo del .354 de los poderosos Diablos Rojos del México, pero vuelven a contar, como sucedía en el pasado, con jugadores que aparecen entre los mejores bateadores del circuito como sucedió entre esos años de 2010 y 2016 cuando se ganaron cuatro títulos individuales de bateo.
Ahora, además de ese segundo lugar colectivo, Cristhian Adames, quien ha tenido un inicio espectacular echándose el equipo al hombro como el gran líder, aparece como el líder de bateo con un poderoso .440, sólo dos milésimas por encima de su paisano Francisco Mejía (Diablos), pero en ese renglón también anda en cuarto lugar el sensacional Estamy Ureña, con .421 y en décimo, el cañonero Phillip Ervin con .397.
Ureña, ya convertido en nuevo ídolo de la afición junto a otros como Juan Santana, el mismo Ervin, Muzziotti, Torrealba y el mismísimo Miguelito Guzmán, además es el líder remolcar del circuito con 27 carreras mandadas al plato.
Y todo ello se resume en una marca ganadora de 14-7, con el tercer mejor registro de toda la liga, sólo debajo de los líderes divisionales Diablos y Sultanes.
Ya lo decíamos, por naturaleza esa ha sido la principal característica de los Pericos -desde tiempos remotos- y eso mejor que nadie lo sabe el “Chato” López, que así como se llevó a “La Chispa” Gastélum, Jesús Olague, entre otros, para fortalecer a los Tigres en sus dos primeros años en Puebla -2002 y 2003- también mandó a Pericos jugadores como Pablo Ortega, Serafín Rodríguez, Julio Trápaga que marcaron ese renacimiento del equipo poblano en ese mismo 2003, cuando tuvieron con la soga al cuello a los Diablos.
Ahora como vicepresidente deportivo, «El Chato» podrá convencer o no a muchos, pero él está en lo suyo, haciendo movimientos bien calculados, siempre pensando en el mejor beneficio para la organización.
Y créanme, en el beisbol, los números no te dejan mentir.
Que todo siga mejor.