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Los despreciados de Trump

Los despreciados de Trump
  • Publishedenero 27, 2025

Por: Nicolás Dávila Peralta –

Nunca se había escuchado que un presidente de los Estados Unidos calificara a los migrantes latinos de unos delincuentes invasores; el 20 de enero, Donald Trump recalcó este calificativo que ya había expresado en otras ocasiones; esta vez para confirmar su determinación de iniciar una deportación masiva de migrantes y el cierre de la frontera con México.

Su segunda gestión al frente del país considerado el más poderoso del mundo recuerda el hecho de que su país se construyó con migrantes europeos, principalmente ingleses, que se apropiaron de las tierras de los nativos y expandieron su territorio con dinero y con las armas, como en el caso de la invasión a territorio mexicano en 1846-1848.

El programa de Trump está marcado por la tentación del expansionismo, la discriminación racial, el desprecio al cuidado de la ecología y una economía cerrada y agresiva con sus vecinos del norte y del sur.

Así lo muestran: 1. Su intención de anexar Groenlandia y de recuperar el canal de Panamá, además de decretar que el Golfo de México se denomine Golfo de América. 2. Su opción por energías contaminantes, principalmente el petróleo y su separación del pacto internacional de cuidado del medio ambiente. 3. El anunció de aranceles del 25 por ciento a las mercancías procedentes de México y Canadá. 4. Las deṕortación masiva de quienes considera invasores.

En su segundo mandato, Trump muestra un conservadurismo radical que coincide con la derecha más recalcitrante, una derecha que en México tiene como principales representantes a Eduardo Verástegui, quien trabajó en el primer gobierno de Trump, y a un sector del Partido Acción Nacional, y en América Latina a los presidentes de Argentina y Ecuador. Es una derecha racista, anticomunista, perversa.

El desprecio a los migrantes y el calificarlos de invasores y delincuentes, es la tónica de esa derecha radical muy semejante al pensamiento nazi de que la raza blanca es la raza superior y el resto de la humanidad es inferior; por esto infravalora la presencia y el trabajo de millones de migrantes no sólo de México y Latinoamérica y el Caribe, sino de Asia y África.

Hay tres aspectos que quieren ignorar Donald Trump y su equipo de gobierno: la aportación de la comunidad migrante al desarrollo de Estados Unidos a través de su trabajo, su influencia en el Producto Interno Bruto, y el porcentaje de latinos que componen la población de los Estados Unidos, tanto de quienes llegan a trabajar, como los que tienen su residencia legal y los que son ya ciudadanos estadounidenses.

El migrante, legal o ilegal, no va a Estados Unidos a pasear, va a trabajar, va en busca de una vida mejor y muestra su capacidad de responder a cualquier exigencia de trabajo. Realiza desde labores agrícolas hasta funciones en empresas de servicio o industria.

Como le dijo al presidente estadounidense la obispa de la Iglesia Episcopal Mariann Edgar Budde en el servicio religioso al que asistió el mandatario: “En el nombre de Dios, le pido que tenga misericordia para gente en nuestro país que tiene miedo ahora», y añadió en referencia a la población migrante: “Gente que recoge las cosechas, que limpia nuestras oficinas. Que trabajan en granjas y en empacadoras de carne. Que lavan la loza luego de que comemos en restaurantes. Y que trabajan en turnos nocturnos en hospitales».

El discurso de la responsable de la Diócesis Episcopal de Washington, se refirió expresamente a la población migrante indocumentada: «Podrán no ser ciudadanos, o tener la documentación apropiada. Pero la vasta mayoría de los migrantes no son criminales. Ellos pagan impuestos, son nuestros vecinos, son fieles miembros de nuestras iglesias, mezquitas, sinagogas y templos».

Un reclamo profético que muchos quisiéramos escuchar de los obispos católicos de México y de Estados Unidos en defensa de los migrantes.
Por su parte, la directora General de Latino Donor Collaborative Think Tank (LDC), Ana Teresa Ramírez Rodríguez, quien estuvo el jueves 23 en la conferencia matutina de la presidenta Claudia Sheinbaum, explicó que, de acuerdo con las investigaciones realizadas por esa institución, la población latina produce 3.6 billones de dólares en el Producto Interno Bruto (PIB) de Estados Unidos. Tan solo la población de origen mexicano produce 2.06 billones de dólares en el PIB.

A esto se añade, según el estudio de LDC, que de acuerdo al Departamento de Estado y el Departamento de Trabajo de Estados Unidos, los latinos fundan más del 50 por ciento de todos los nuevos negocios en ese país.

Como lo han señalado especialistas en el tema y lo ha recalcado la presidenta Sheinbaum, las remesas sólo constituyen el 20 por ciento del ingreso de los migrantes, el otro 80 por ciento se queda en Estados Unidos a través de impuestos, renta, alimentación, uso de servicio de salud, etcétera.

Además, de acuerdo con lo informado por la directora de Latino Donor Collaborative Think Tank, la población latina radicada legalmente en Estados Unidos constituye el 20 por ciento de la población total de ese país y si se toma en cuenta que un alto porcentaje son ya ciudadanos estadounidenses, el voto latino tiene un peso real en las decisiones del país. A esto se añade que casi el 60 por ciento de esta población es de origen mexicano.

Sin embargo, nada de esto toma en cuenta la ultraderecha que hoy gobierna Estados Unidos; para ella los migrantes son invasores, son gente que no debe estar en su país.
Por esto, Trump ha decretado el cierre de la frontera con México, ha cancelado las audiencias para quienes solicitan asilo y ha dispuesto, como en su primera gestión, que quienes soliciten asilo esperen al otro lado de la frontera, es decir, en México, la respuesta a su solicitud.

Retazos

Radical de izquierda. Tras escuchar a la obispa Mariann Edgar Budde, el presidente Donald Trump dijo que ella es “una radical de izquierda” y que le debe una disculpa al público.

Deportada. Aunque el sermón de la clériga impactó de manera positiva a la opinión pública en Estados Unidos, los ultraderechistas del Partido Republicano reprobaron el sermón e incluso algunos llegaron a afirmar que la obispa debería también ser deportada.

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