Octavio Paz: El poeta que hizo inmortal a México en la literatura mundial
 
													Por Jadbeel Rodríguez Cruz
El 11 de octubre de 1990, el mundo literario fue testigo de un momento histórico: el poeta, ensayista y pensador mexicano Octavio Paz recibió el Premio Nobel de Literatura, convirtiéndose en el primer y único mexicano en obtener este prestigioso galardón. La Academia Sueca lo reconoció “por una escritura apasionada y de amplios horizontes, caracterizada por una inteligencia sensorial y una integridad humanística”.
Este reconocimiento no solo celebró su obra literaria, sino que también colocó a México en el mapa de las letras universales, reafirmando la riqueza de la literatura en lengua española.
Octavio Paz (1914–1998) fue un autor multifacético cuya obra abarca poesía, ensayo, crítica literaria y reflexión filosófica. Su estilo se caracteriza por una profunda exploración de la identidad, el tiempo, el erotismo, la política y la condición humana. Influenciado por el surrealismo, el existencialismo y las tradiciones orientales, Paz logró fusionar lo lírico con lo intelectual.
Entre sus obras más influyentes destacan:
– El laberinto de la soledad (1950): ensayo sobre la identidad mexicana.
– Piedra de sol (1957): poema extenso que condensa su visión del tiempo y el amor.
– El arco y la lira (1956): reflexión sobre la poesía y el lenguaje.
– Los hijos del limo (1974): ensayo sobre la modernidad y la tradición poética.
Durante la ceremonia de entrega del Nobel en Estocolmo, el 10 de diciembre de 1990, Octavio Paz pronunció su célebre discurso titulado La búsqueda del presente. En él, reflexionó sobre el poder del lenguaje, la historia de las lenguas trasplantadas en América y la transformación de las literaturas latinoamericanas.
Paz comenzó con una palabra universal: “gracias”, y desarrolló una meditación sobre el significado de la gracia en distintas lenguas y culturas. Luego abordó cómo las lenguas europeas, al ser trasplantadas a América, se transformaron y dieron origen a literaturas nuevas, distintas pero conectadas con sus raíces.
“Las lenguas son realidades más vastas que las entidades políticas e históricas que llamamos naciones”, afirmó Paz, destacando que, aunque se sentía heredero de Lope de Vega y Quevedo, no era español, sino mexicano.
También abordó la crisis de la modernidad y el colapso de las ideologías metahistóricas, señalando que el progreso sin conciencia puede convertir incluso el arte y el amor en objetos de consumo.
La Academia Sueca también destacó la integridad de Paz, recordando su renuncia como embajador de México en la India en 1968, en protesta por la masacre de estudiantes en Tlatelolco. Este acto fue visto como una muestra de su compromiso ético y su rechazo a cualquier forma de autoritarismo.
El Nobel de Paz fue celebrado en todo México y América Latina como un triunfo colectivo. Su obra ha sido traducida a más de 30 idiomas, y su pensamiento sigue influyendo en generaciones de escritores, filósofos y artistas.
Además de su labor literaria, Paz fundó revistas como Vuelta y El hijo pródigo, espacios clave para el pensamiento crítico y la difusión cultural en el siglo XX.
Hoy, en 2025, el legado de Octavio Paz sigue vigente. Su obra continúa siendo estudiada en universidades, sus poemas se recitan en aulas y sus ensayos se consultan para entender la identidad latinoamericana. El Nobel no solo reconoció a un hombre, sino a una tradición literaria que, desde México, dialoga con el mundo.
 
                         
						 
						 
						 
						 
						 
								 
				 
				