Por qué detesto…
El buen provecho
¿Le sucede a usted, que está con el taco en la boca, o apenas pasándolo por el gaznate, cuando recibe una y otra vez los infaltables y bastante poblanos “buen provecho” de comensales arribando?
Que esto y que el otro, “buen provecho”…
Y no puede uno ser descortés y tiene que contestar “mmcoff…gracias”, a riesgo de la asfixia, so pena del escarnio o quizás recibir unos cuantos azotes en la plaza pública del pueblo.
Yo por eso me trago mis ganas y a la par, asiento con la cabeza.
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A propósito de la conmemoración del trágico fallecimiento de nuestro ilustre prócer Jorge Ibargüengoitia Antillón, escritor, dramaturgo, amante del osobuco y las gritonas en supermercados, quien mezcló de forma inimitable la ironía, la sátira, la parodia y el humor como una forma de crítica a los usos y costumbres de la vida, la política y la sociedad mexicana, presentamos algunas de sus mejores frases:
“El taco sudado es el Volkswagen de los tacos: práctico, bueno y económico”.
“¿Qué toma usted?” “No bebo, me contestó”. “Y deveras no bebía. Ese era uno de sus peores defectos”.
“Una muchacha decente tiene que ver inmoralidades en el cine, porque hay cosas que es indispensable saber”.
¿Cómo hacerse oír por los que tienen el poder? ¿Cómo expresar inconformidad sin que le contesten a uno, “cállese retrógrado”? Al mismo tiempo ¿cómo levantar la voz sin quedarse enredado, persécula, en la política. Éstas son preguntas que me hago yo y que se hacen, creo, muchos mexicanos.
El Pípila, hay que confesarlo, es un héroe perfecto. Su origen es oscuro, como es claro el lugar de su nacimiento. Como se ignora su apellido, no hay peligro de que sus descendientes vengan a exigir pensiones. Su actuación en la historia es breve, elocuente y decisiva. Sus palabras, ninguna.
Quien creyó que todo lo que dije fue en serio, es un cándido, y quien creyó que todo fue broma, es un imbécil.